¡Hola, maja!
Como te puedes imaginar, esta newsletter está llena de referencias a Shakira porque no ha pasado nada tan importante en la historia de la música desde que Amaia Montero emprendió un camino en solitario. Por supuesto, Piqué anunciando que le patrocina Casio, conduciendo un Twingo y usando la palabra violador como piropo nos da mucha vergüenza ajena.
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Shakira, por si tuviera poco, ahora ha puesto una bruja en su terraza apuntando a su suegra con su canción en bucle. Pero ni con esas baja el ego de este señor, que se sigue ridiculizando.
Nosotras, aunque no lo creas, venimos con otras revoluciones que no tienen nada que ver.
P. D. Un besito a los junior de Deloitte.
La revolución de Clara:
Decidí hace tiempo que me da igual que me llamen vieja por decir que me gusta mucho andar y porque salgo bastante a pasear sin ningún motivo y sin ningún rumbo. Antes mis amigos se reían de mí porque me imaginaban así y porque se viralizó un artículo sobre los beneficios del power walking que daba vergüenza ajena. No sé cuándo ni cómo, pero empecé a leer cosas sobre caminar y decreté que ir andando a los sitios sería una revolución y sería la mía (una, que es ambiciosa). A veces pienso que no es necesario hacer de todo una revolución chavista, pero no sé, tal vez ese sea tema para otra newsletter.
Hace unas semanas terminé 'Flâneuse', de Lauren Elkin. El libro resultó sin más, pero Elkin toca algunos puntos interesantes. Por ejemplo, cómo una mujer estadounidense que llega a París descubre al vagar por la ciudad que los hombres se apropiaron de la forma de mirar el mundo desde las calles y de la literatura que se ha escrito sobre ello.
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Las HAIM paseando por Ventura Boulevard es lo más cool de la historia y de esta no me bajo.
La definición de flâneuse la explica Mar Abad en Yorokobu: Forma femenina de flâneur, el que vaga; el que va sin rumbo, observando, por las ciudades. El problema es que esta palabra realmente no existe, porque la única acepción del diccionario es su forma masculina. Parece una tontería que andar por la ciudad sola siendo mujer pueda ser un acto mínimamente subversivo, pero a veces lo es. Para ejemplo, esta película de Agnès Varda.
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«Una flânerie femenina no cambia solo nuestra forma de movernos por el espacio, sino que interviene en la organización del mismo espacio. Reivindicamos nuestro derecho a perturbar la paz, a observar (o no observar), a ocupar (o no ocupar) y a organizar (o desorganizar) el espacio a nuestra manera.» Lauren Elkin, 'Flâneuse'
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Nuestra siempre musa Anna Pacheco también escribió en visual404 acerca de los paseos del confinamiento: el paseo por el paseo, sin más pretensión que pasear, es una anomalía anticapitalista en medio del tumulto. Pasear y desplazarse como verbos complementarios. Guardarse el tiempo para llegar andando cuando quedas con alguien y observar durante ese rato la ciudad. Pasear cuando no tenemos la urgencia de hacerlo, cuando no tenemos nada que reflexionar ni que llorar, simplemente andar. Ocupar un espacio en la acera o la calzada, imaginarte siendo urbanista creando una ciudad para los peatones. Pequeños grandes placeres para una cochófoba como yo (que prefiere que la lleven-lleven en su bicicleta).
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Mi capítulo favorito de Broad City es en el que por el 30 cumpleaños de Abbi, ella e Ilana deciden caminar desde el punto más septentrional de Manhattan hasta el más al sur. Rodado entero como stories de Instagram.
La arquitecta Carolina Huffman narra en el podcast de Ciudad Hub's tracks lo necesario para que una persona pueda salir a caminar en una urbe: dotar a esa persona de una infraestructura. Se habla de visibilidad, sensación de seguridad, prioridad al peatón, incluso del walk score… pero también de entretenimiento e interés. Para que queramos caminar tienen que ocurrir cosas alrededor y existir paisajes diversos. Y para paisajes diversos, la gente con la que te cruzas cuando andas de Lavapiés a Ponzano, que cambia totalmente de unas calles a otras. Siempre hubo clases y siempre se notan.
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Miley Cyrus es otra que se pega un paseo en su último videoclip. Luce igualita a mí cuando salgo a caminar con mis leggings.
Quiero terminar este textito dando gracias a mis pies y piernas (suerte que heredé las piernas firmes) por haberme permitido ser una flanêuse en ciudades como Madrid, Roma, Londres, Florencia, San Francisco, Barcelona, Segovia, Bruselas o Cádiz. Gracias a mi app de pasos por motivarme a diario, gracias a mi canción más escuchada del 2022 por acompañarme en los paseos y gracias también a la gente que ha escuchado los audios que les he enviado mientras caminaba. Solo me queda decirte que si aún no te he convencido para salir a dar un paseo, te recomiendo tener perro para obligarte a hacerlo y recrear este vídeo de @Chraetian. En realidad todo esto lo he escrito para poder poner ese vídeo.
Querida Maja, se despide de ti tu amiga la que tiene nombre de persona buena (clara/mente no es como suena). Saludos afectuosos a todos los que me habéis recordado esta semana que me llamo como la novia de sal/pique 🤡
La revolución de Lucía:
Una sabia dijo una vez que “toda escoba nueva siempre barre bien”. Pero luego, aunque las cerdas estén un poco desgastadas, se puede seguir usando, ¿no? Hoy vengo a hablarte de economía circular, cosas de segunda mano y del mundo de la moda. Y de Shakira, siempre Shakira.
Antes de que el mundo se parara para sobreanalizar todas y cada una de las frases de la sesión 53 de Bzrp y Shakira, yo estaba indignada por otra noticia: ¿qué es eso de revender los regalos que no te gustan? Por lo visto, en España lo hace un 30% de las personas. Probablemente alguna de vosotras lo esté haciendo ya, recibiendo mensajitos en Vinted y Wallapop: “¿me podrías hacer una foto de la etiqueta, eso de ahí es una mancha o el reflejo, me rebajas 10 céntimos…?”. En fin. La noticia dice que muchos no lo hacen por dinero (🤑), sino por sostenibilidad (♻️). Mi teoría es que lo hacen porque no tienen corazón, los regalos que no te gustan hay que agradecerlos* y conservarlos siempre.
*Aprovecho para rescatar este vídeo del old-school Internet por si no sabéis qué cara poner cuando esto ocurre:
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Elvisa, siempre en nuestros corazones 💖 love you forever, ojalá una sesión con Bizarrap.
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Desde hace ya tiempo, por alguna razón, el algoritmo de los anuncios de Youtube y algunas amigas me venden las bondades de Vinted. Y es cierto que la idea está bien: dar salida a todo aquello que ya no te pones (¿ese vestido de Blanco que te pareció una buenísima idea en la Nochevieja de 2010?) y que encima te paguen por ello. Por si alguien no sabe lo que es Vinted, es como Wallapop, pero de moda: principalmente ropa y complementos (aunque he visto Servicio de Lavandería a un euro). Y con un funcionamiento un poco distinto porque no hace falta quedar con el comprador ni nada de eso (otro vídeo vintage). Haces un paquetito, imprimes la etiqueta y lo envías. Y ya está: 👑 circular economy queen 👑 Ojo, que eres queen, pero no tanto como Juancar, y si te pasas de negocianta, Hacienda te vigila.
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La creadora de Vinted es una joven lituana, Milda Mitkute, que creó la plataforma con 21 años porque tenía que mudarse de ciudad y tenía demasiada ropa en el armario. Se lo contó a un amigo de fiesta y 🥁ta-ta-ta-chán🥁 ahora es co-fundadora de la primera y única empresa unicornio de su país. Vamos, que lo petó tanto que se ha podido retirar antes de los 40 (aunque sigue siendo accionista). Clara-mente vale por dos de 22.
Milda tiene la mítica historia de joven-emprendedora-girlboss que tanto gusta a los medios, puro efecto streaking star, que describe el fenómeno por el que las historias de individuos que triunfan nos fascinan más que los éxitos de un grupo. Pero eso es para otro Majas. Volvamos a las victorias conjuntas. Que como sociedad hayamos decidido que comprar ropa de segunda mano es guay y que es lo mejor para el planeta es una buena noticia. En Vinted ya hay más de 75 millones de usuarios y las grandes marcas de fast fashion, como Zara y H&M quieren unirse a la fiesta. ¿Estamos ante un cambio de modelo en la industria textil en el que se priorizarán la sostenibilidad y el respeto a los derechos humanos frente a los beneficios de las empresas? Jejejeje. No.
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Tengo una intuición, como Shakira, y es que, aunque siempre va a ser mejor para el medioambiente reutilizar algo que fabricarlo, el mercado de la ropa de segunda mano no nos salvará de lo inevitable (por cierto, aquí Shaki dice que jamás usa reloj, ni Casio ni Rolex). El verdaderp problema está en la forma en la que consumimos: caprichosa, impaciente, “a la moda”. Dice Marta D. Riezu en su libro ‘La moda justa’ que aunque digan que la fast fashion democratizó el estilo, lo único que consiguió es devaluar nuestra percepción de la ropa, presentándola como desechable.
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Es una idea perversa que lleva a una relación disfuncional con nuestro armario: algo que debe ser abandonado, no porque no sea útil sino porque ya no es tendencia, no tiene valor social.
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Es verdad que con apps como Vinted estas pueden revalorizarse y adquirir después un valor económico. Pero creo que eso también puede llevarnos a consumir de forma irreflexiva sabiendo que siempre tendremos ese plan B. Comprarnos vestidos de Nochevieja absurdos para después vendérselos a una francesa de Vinted –por lo que he leído en Twitter, c’est la vie en la app–. Mi conclusión es que:
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Lo ideal es comprar de forma consciente y cuando lo necesitemos (escribe Riezu en su libro que solo utilizamos un 20% de lo que tenemos en el armario 😮 poquísimo, ¿no?)
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No hay nada como la ropa de segunda mano que te regalan tus amigas, el jersey de lana que usaba mi madre de joven, los pijamas de manga larga de mi hermano y los abrigos de mi abuela ❤️
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Shakira (casi) siempre lleva razón y lo más importante está underneath your clothes.
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Maja, miscelánea para que mastique y trague, trague y mastique:
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Sesión de Bizarrap con Pablo Casado.
Toni Díaz (@diazibao)
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Maja Maja, no queremos cobardes que nos hagan sufrir, mejor le decimos adiós a tu boca de anís. ¡Nos vemos en quince días!
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