Realizamos ciertas actividades de manera repetitiva durante el día y la noche. Una de ellas es el respirar. Respiramos una y otra vez sin detenernos, usualmente sin prestarle atención. Ingresa el aire, y luego soltamos el aire. Una y otra vez. Lo mismo ocurre con los pensamientos: Solemos pensar todo el tiempo, sin pausa.
Y como con el respirar, en general no prestamos demasiada atención a lo que ocurre en nuestra mente.
No los notamos, y sin embargo el tipo de pensamientos que tenemos momento a momento en gran medida le dan el tono, el color a nuestra vida. Lo que pensamos, estemos conscientes de ello o no, tiene un enorme impacto en quiénes y en cómo somos.
Podemos observar la respiración, y también podemos notar los pensamientos. Si lo hacemos, veremos que el 90% de los mismos son repetitivos, cosas que vienen una y otra vez a nuestra mente. En ocasiones estos pensamientos recurrentes son exactamente iguales y a veces se disfrazan de otra cosa, pero son lo mismo. Pensamientos que pueden ser de recuerdos, de insatisfacción, de preocupación, de deseo o de inseguridad. Se repiten una y otra vez.
Según la RAE, la definición de “parásito” es “Aquél ser que se nutre a expensas de otro ser de distinta especie sin aportar ningún beneficio a este último”. La gran mayoría de ese 90% de pensamientos repetitivos son lo que podríamos llamar “Pensamientos Parásitos”. Pensamientos que se nutren de nuestra emoción, de nuestra energía, sin aportar nada valioso a nuestro ser (y en general debilitándolo). Pensamientos que viven en nuestra mente de manera casi permanente y que se repiten sin que les prestemos atención, pero que afectan nuestro estado emocional y la manera en que vivimos y operamos a diario.
Como con la respiración, podemos detenernos unos minutos a observar estos pensamientos. Simplemente tomar consciencia de que existen y darnos cuenta de su contenido y frecuencia. Sin juicio y con compasión. Detenerse a reconocer su existencia, su consistencia y su frecuencia. Luego, de la misma manera que a veces intentamos activamente respirar más lento, más profundo, podemos intentar exhalar ese pensamiento, permitirle partir, detenerlo por unos instantes, o quizá para siempre. Pero unos instantes también es suficiente por hoy.
La energía mental y emocional que consumen estos pensamientos recurrentes, en ocasiones parásitos, es realmente considerable. Detenerse regularmente por unos instantes y notarlo es sin lugar a dudas una importante parte del camino de transformación hacia un estado de mayor paz interior, coherencia y balance. Como con la respiración… inhalar, y exhalar… lo pienso, lo observo… y lo dejo partir.

Mi historia.
+ GRANDES PEQUEÑAS COSAS. En este episodio del podcast exploro la importancia de prestar atención a las cosas triviales, cotidianas, a veces repetitivas en nuestra vida. Cosas que quizá sean el 90% de lo que ocurre en un día común.
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